jueves, 29 de abril de 2010

La tercera guerra mundial (virtual)

Call of Duty: Modern Warfare 2 está en el Libro de los Guinness de los Récordscomo el videojuego de más éxito en su estreno: Vendió 4.700.000 unidades en su primer día a la venta en Estados Unidos y Reino Unido y generó 401 millones de dólares (301 millones de euros). En la primera semana en el mercado global, dobló ambas cantidades, con casi nueve millones y medio de juegos vendidos y 600 millones de dólares. La recaudación mundial de Parque Jurásico 2.Pero el punto de inicio de la historia trae controversia. Un soldado estadounidense ha sido infiltrado en un comando terrorista ruso. Mientras se carga la primera fase, explican su misión: Recopilar información sobre su líder, un ex comunista llamado Vladimir Makarov. Empieza el juego. Un ascensor, cuatro hombres armados y una consigna: "No hablar ruso". Se abre la puerta de doble hoja. Salen a la zona de embarque. Comienzan a volar las balas y caen más de 50 civiles. Al final de la fase, Makarov mata de un tiro en la cara al infiltrado. "Ahora pensarán que han sido los americanos", dice a la vez que sonríe con malicia.

El resto se puede imaginar. Una guerra ruso estadounidense, con las consecuentes ramificaciones mundiales y la explosión final de una bomba atómica con un pulso electromagnético que provoca la caída de una estación espacial, la muerte de millones de personas y unas ocho horas de diversión y violencia virtual en las que el jugador visita las favelas de Río de Janeiro, un gulag [campo de concentración soviético] en la costa oeste rusa o los estados de Virginia y Washington DC, con símbolos como el Capitolio o el monumento a Lincoln completamente destruidos.

Carlos González Tardón, psicólogo de la universidad de Barcelona experto en interacción entre inteligencia artificial y seres humanos, explica que "aunque la inmersión dentro del juego sea holística, es decir, total, son muy pocas las ocasiones en las que el jugador no es consciente de que está jugando". Asegura que al entrar en un videojuego, que como todo juego es una simplificación y una forma de socialización, aceptamos el código moral interno del programa, pero al apagar la consola, volvemos a las reglas reales. "Quien no lo perciba tiene problemas psicológicos, y daría igual que fuera un libro o una película, el problema es de la persona, no del juego. Un violento no debe ni jugar a juegos violentos ni ver películas violentas", concluye sonriendo, "pero esto es algo lógico".

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