sábado, 10 de julio de 2010

El parchís

Estabamos jugando al parchís. Yo no tenía ganas, pero él se había empeñado y al final yo había cedido. Yo no estaba de humor y además él iba ganando. Empezaba a estar cansada cuando él me comió una ficha mía. Se puso como loco, se levató y empezó a saltar y a cantar una cancioncilla que había inventado en ese momento sólo para fastidiarme. No pude más. Me levanté con el cubilete que había utilizado en la partida todavía en la mano y me acerqué a él. Paró de canturrear su horrorosa canción y seguí acercándome. Con la mano que tenía libre, le agarré por la nuca y fui acercando la otra mano hacia su cara. Finalmente, me dí la vuelta y a mi espalda oí como caía al suelo. Me senté de nuevo en mi sitio, dejé el bubilete en la mesa... y me dí cuenta de que su ojo había quedado atrancado dentro del cubilete.
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