miércoles, 10 de noviembre de 2010

Siempre te esperaré


Entra, te estoy esperando. Eso fue lo que me dijo nada mas verme aparece por la puerta aquella mañana de aquel frío invierno.
Ya han pasado varios años y lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Se llamaba Marie. Era una mujer alta, delgada, tenía el pelo oscuro y unos ojos grandes que enamoraban a cualquier hombre que los mirara.
Aquella mañana la encontré sentada en su sillón, estaba tan bonita como siempre y al verme, me dedicó una sonrisa que no olvidaré en mi vida. Vivíamos en Toulouse, en una casa cerca del rio Garonne, era tan hermoso que no pasaba el tiempo mientras que ella estaba cerca de mí.
Un  día ella me pidió ir a ver a su médico de confianza. Me asusté y  me dijo lo que se suele decir en estos casos. – No te preocupes  Luc, sólo es una revisión.
Al  llegar a la consulta, me encontré sentado en un sillón mientras ella me cogía la mano cada vez más fuerte. Al sentarse el doctor en la mesa ella rompió a llorar, yo no sabía lo que estaba pasando. Entonces el doctor  Aaron se dirigió a Marie y le dijo: 
-Lo siento mucho Marie, no hay duda de que se trata de un tumor  de médula espinal.
Esas palabras cayeron sobre mí como si de cristales rotos y cortantes se tratase. No podía encajar ni comprender el duro golpe que me daba la vida. ¿Por qué a ella? Aún me lo pregunto. Ella no quería decirme nada hasta que no estuviera segura de lo que ocurría. Siempre intentando quitarme preocupaciones, siempre cuidando de mí.
 Pasaban los meses y seguíamos sin donante. Ella cada vez más apagada y con menos fuerzas. Un día se me acercó y me habló casi al oído:
-Luc, se me acaba el tiempo, quiero que seas feliz y que… - La interrumpí. No quería discutir con ella, pero esas palabras me hacían tanto daño que me era imposible escucharlas.
Entonces fui a ver al doctor Aaron, me dijo que no había más tiempo. En aquel momento no tuve ninguna duda de lo que tenía que hacer.
Entramos en quirófano, ella no me vio, ya estaba dormida cuando entré. El accidente me salió como quería y me dio tiempo de despedirme de ella, aunque no me oyó,  pude decirle adiós. Poco a poco me quedé dormido y el cirujano pudo realizar el trasplante de médula. Al fin pude devolverle todo lo que se merecía, aunque tuvo un precio alto. Algún día se reunirá conmigo, será después de su vida.

Fernando Palomino Fernández.

4 comentarios:

  1. ¿hasta donde estas dispuesto a llegar para salvar a alguien a quien amas?
    A veces es mejor no saberlo.

    Esa frase que pertenece al juego Heavy Rain me marco mucho en su momento, me gusta mucho, y se identifica mucho con tu relato.


    Nando el proximo que sea de algo alegre, vamos a dejarnos ya de tanta tragedia jejeje :)

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  2. jejeje es lo que me sale miguel, el próximo se intentara q sea mas alegre.
    Muchas gracias diablo1, me alegra verte de nuevo por akí, saludos!

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  3. Ohhh... pues cada vez que avanzaba, se me apretaba más el corazón.

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