Hoy puede ser una gran noche. Saldremos de fiesta
con los amigos. Nos reuniremos en la taberna del gran Toño, y allí empezaremos
nuestra noche. Tomaremos unas cervezas y
algo de picar. Quizás sea ahí donde nos encuentre y nos observe por primera vez.
Ella estará
atenta, reirá cuando riamos, escuchará cuando hablemos, hasta podrá bailar
junto a nosotros. Vagará por nuestro flanco, danzará y se recreará con su
poderío, se burlará del más débil, ya que ni siquiera el más fuerte es capaz de
poder contenerse.
Echaremos las
copas en la disco de las afueras, allí nos encontraremos con el resto de la
pandilla, será divertido. También ella estará allí, vigilándonos, sin perder detalle.
Irán pasando
las horas y ella seguirá ahí, esperando su oportunidad.
Llegado el momento hasta
nos gustará entrar en su juego por nuestra diversión, sin ver el riesgo.
Podemos volver al amanecer, después de toda la noche
seguirá ahí, tan cerca nuestra y ni si quiera la sentiremos, ella puede elegir
cuando y como, es será su momento de acción.
Una vez que decidamos volver a casa, tendremos que
echar a suertes quién deberá de conducir los 7 kilómetros, de carretera sinuosa,
que nos llevarán a nuestras casas. El alcohol irá haciendo mella y cada vez nos
costará más incluso mantenernos despiertos.
Ella nos vigilará, estará al
acecho sin perder detalle, y al menor despiste, o cabezada, escogerá a su
favorito de la noche y se irá con él. Nada podremos hacer para impedirlo, ella
jugará con nosotros.
Esto es solo una forma de decir que al salir de
fiesta, para pasarlo bien no es necesario arriesgarse. Si vamos a beber, es
mejor salir andando, siempre podemos utilizar el transporte público, así
podremos evitar la visita y compañía de esta señora llamada muerte.
Fernando.
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