Dante
Autullo pensó que sus médicos estaban bromeando. El hombre, que vive en los
suburbios de Chicago, estaba seguro de que sólo se había cortado con una
pistola de clavos mientras construía un cobertizo. Pero le aseguraron que la
radiografía era real: Tenía un clavo insertado en el centro de su cerebro.
Estaba alojado a pocos milímetros de la parte del cerebro que controla la función motora. "Cuando me enseñaron la radiografíale dije al médico '¿Es esto una broma? ¿Has sacado esto del archivo de bromas de médicos?'", recuerda el joven de 32 años. "El doctor dijo 'No, hombre, esto está en tu cabeza'".
Autullo asegura que mientras trabajaba en el cobertizo, la pistola de clavos se disparó. Sin nada que hiciera sospechar que el clavo no había simplemente pasado cerca de su cabeza, su viejo compañero, Gail Glaenzer, le limpió la herida con agua.
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